jueves, 12 de noviembre de 2009

LOS PROTAGONISTAS DE LA REVOLUCIÓN

JEAN PAUL MARAT
Científico, periodista y político, integró el club de los jacobinos. Publicó notas periodísticas atacando a los poderosos, como “El amigo del pueblo” lo que le acarreó como consecuencia un mes en prisión durante 1789. Se opuso fervientemente al absolutismo monárquico y a los revolucionarios moderados, siendo el propulsor de muchas de sus muertes. Integró el club de los Cordeliers, debiendo refugiarse en Londres periódicamente. EN París dirgía un periódico llamado L'Ami du peuple( el amigo del pueblo), atacando a muchos de los ciudadanos más poderosos de Francia. Temiendo las represalias, Marat se vio forzado a esconderse en las catacumbas de París, donde contrajo una enfermedad crónica de la piel (presumiblemente dermatitis herpetiforme); Por ello debía tomar frecuentes baños medicinales.
La muerte de Marat.

Fue asesinado por la aristócrata girondina, Charlotte Corday, quien lo apuñaló en el pecho mientras tomaba uno de sus baños. Ella fue juzgada y guillotinada por su muerte.

JACQUES RENÉ HÉBERT
(1757-1794) fue miembro del club de los Cordeliers, a partir de 1791, siendo sus ideas antimonárquicas y anticlericales, además de antigirondinas. Fue uno de los ideólogos del gobierno del Terror y sus acciones fueron más crueles aún que las de Robespierre, al que calificó de conservador. Murió en la guillotina al igual que su esposa, una ex religiosa, de nombre Marie Marguerite Françoise Hébert.

MARQUÉS DE LAFAYETTE



Fue un militar y político francés. La Fayette fue general en la Revolución Americana de la que es considerado uno de los héroes. Personaje influyente de la Revolución francesa hasta 1792, fue miembro de la Asamblea Nacional, general del ejercito revolucionario y comandante de la Guardia Nacional de París. Cautivo de los prusianos durante 5 años, se retiró de la vida política durante el Primer Imperio .

La Fayette propone que se convoquen los Estados Generales de Francia, que reunían a los representantes de las tres clases tradiciones de la sociedad francesa —clero, nobleza y comunes—. Elegido diputado por el brazo nobiliario, adhiere desde el comienzo a la causa revolucionaria. Presenta en 1789 un borrador de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, y se le debe la inclusión del color blanco entre el azul y el rojo en la bandera nacional. Su prestigio como defensor de la libertad en la pasada guerra contra Gran Bretaña hizo que fuera nombrado comandante de la Guardia Nacional, y puesto al mando del ejercito revolucionario del norte para detener el avance de las tropas austriacas y prusianas en territorio francés.

Durante los primeros años de la Revolución el «héroe de los dos mundos» fue muy popular, al encarnar a la nobleza liberal y el brazo armado del nuevo régimen; pero tuvo también un papel de moderador, defendiendo el mantenimiento de la monarquía constitucional e impidiendo los ataques contra la familia real. En 1791 fue él quien trajo a París al rey, sorprendido en Varennes cuando intentaba huir de Francia. Junto con Jean Sylvain Bailly, funda el club des Feuillants.

Sin embargo, su prestigio se ve empañado por la matanza del Campo de Marte, en París, en la que se le acusa, de lo cual no hay certeza, de haber ordenado disparar sobre las masas de manifestantes. Al mismo tiempo, su actuación militar en la frontera del norte tiene poco éxito. Frente a la constante agitación popular y a la importancia creciente de los Jacobinos, La Fayette sugiere intervenir militarmente en París, lo que acaba por descreditarlo del todo, tanto políticamente como popularmente. En 1791, perseguido por los Jacobinos, trata de escapar a los Estados Unidos a través de Holanda. Es capturado por los austríacos y pasa cinco años en prisión, en muy duras condiciones de detención.

DANTON

Cuando comenzó la Revolución Francesa en 1789, se introdujo en la política con entusiasmo y pasó a ser el presidente del club de los Cordeliers, la vanguardia del radicalismo parisino. Sus discursos a menudo eran intensos, pero solía actuar con cautela. Pese a ser una persona generosa, amable y de gran flexibilidad ideológica, recayeron en 1791 graves sospechas de que aceptaba sobornos de los monárquicos.

En julio de 1790 fundó La Sociedad de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, más conocido por el club de Los Cordeliers, anteriormente citado. Tras un corto exilio en Gran Bretaña, en 1792 regresó a París y participó en La Insurrección del 10 de agosto de 1792. La Asamblea Legislativa le nombró Ministro de Justicia.

No se convirtió en una figura relevante hasta la caída de la monarquía, ocurrida en agosto de 1792. Como ministro del gobierno provisional, inspiró y exigió audacia, el valor que salvaría a la Francia revolucionaria de sus enemigos. Fue elegido miembro de la Convención Nacional, en la que recibió inmediatamente los ataques de los diputados moderados, conocidos como girondinos, que le consideraban un radical y un rival peligroso.

Danton intentó conciliarse con sus oponentes, pero sus esfuerzos fueron rechazados. Este conflicto se resolvió con la caída de los girondinos en junio de 1793. Mientras tanto, prestó sus servicios en el Comité de Salvación Pública, el órgano ejecutivo de la República Francesa, pero fracasó estrepitosamente en su intento de poner fin a la guerra entre Francia y las monarquías europeas a través de canales diplomáticos. Finalmente, su aliado, Maximilien de Robespierre, emergió como figura central del Comité.

La jefatura de la República se encontraba desgarrada en 1794 por los conflictos entre los nuevos grupos políticos y las acusaciones de corrupción y traición. Danton buscó nuevamente una solución de compromiso con los distintos sectores, pero sus propias simpatías estaban decididamente con aquellos que deseaban moderar la represión y el terror (los indulgentes). Pese a ello, su posición se vio socavada por la corrupción y las intrigas de sus amigos. Robespierre decidió que la unidad del gobierno sólo podía mantenerse eliminando tanto a los radicales como a los “indulgentes”, incluido Danton. Tras ser sometido a juicio por el Tribunal Revolucionario, Danton perdió primero su reputación y después su vida: murió en la guillotina el 5 de abril de 1794.

SIEYÈS

Emmanuel-Joseph Sieyès, Conde Sieyès (Fréjus, 3 de mayo de 1748 - París, 20 de junio de 1836) fue un político, eclesiástico, ensayista y académico francés, uno de los teóricos de las constituciones de la Revolución Francesa y de la era napoleónica. En 1789 publica su celebrado panfleto: «Qu’est-ce que le tiers état?» (¿Qué es el tercer estado?). Comenzaba con la respuesta a la pregunta «Todo. ¿Qué ha sido hasta ahora en el orden político? Nada. ¿Qué es lo que desea? Ser algo». El panfleto tuvo mucho éxito, y su autor fue admitido en los clubes y las sociedades más selectas de París. A pesar de ser sacerdote, optó por no sentarse con el clero en los Estados Generales y fue elegido como el último (el vigésimo) de los representantes del Tercer Estado por París .

A pesar de su poca habilidad como orador, su influencia era grande. Fue el impulsor de la constitución de la Asamblea Nacional por el Tercer Estado, cuando éste abandonó los Estados Generales el 10 de junio de 1789, seguido por el clero pobre y algunos nobles. El 20 de junio, es uno de los redactores del Juramento del Juego de Pelota (Serment du Jeu de paume) por el que la Asamblea se declara Asamblea Constituyente y emprende la redacción de la Constitución que se aprobará en 1791. Colaboró también en la redacción de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano en 1789.

En el seno del Comité para la Constitución, Sieyès tiende hacia el sufragio universal pero se opone a la abolición de los títulos y la confiscación de las tierras de la Iglesia. Se opuso al derecho de veto absoluto del Rey, veto el cual apoyó infructuosamente Honoré Mirabeau. Para la mayor parte de los asuntos, guardó para sí sus opiniones en la Asamblea, hablando muy raramente y generalmente con brevedad y ambigüedad oral. Tuvo una considerable influencia en la división administrativa del territorio nacional en Departamentos, pero tras la primavera de 1790, fue eclipsado por otros. Sólo una vez más fue elegido como presidente bisemanal de la Asamblea Nacional Constituyente. Renunció al sacerdocio para obedecer a la constitución civil del clero en 1790.

Excluido de la Asamblea Legislativa por la ordenanza auto-excluyente de Maximiliano Robespierre, reapareció en la Tercera Asamblea Nacional, conocida como la Convención (septiembre de 1792- septiembre de 1795), donde se sentaba en la parte central llamada "la llanura" o "el pantano" (la plaine, le marais). Aquí su auto censura fue aún más notable, en parte por disgusto y en parte por timidez. Más tarde caracterizó su conducta durante el Reinado del Terror en la frase irónica: J'ai vécu (He sobrevivido). Votó a favor de la muerte de Luis XVI, pero no en los términos despectivos que se le atribuyeron. Era conocido su desacuerdo con muchas de las provisiones de las constituciones de los años 1791 y 1792, pero hizo poco por mejorarlas.

En 1795, fue durante 6 meses miembro del Comité de Salvación Pública en el que abogó por una política expansionista





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