viernes, 10 de julio de 2009

LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

Primera Guerra Mundial es el nombre con el que comúnmente se designa al conflicto militar que tuvo lugar entre 1914 y 1918. Afectó a los cinco continentes e implicó a gran parte de la humanidad. Otras denominaciones que ha recibido son: “Gran Guerra”, “Guerra Europea” o “Guerra del 14".
Despedida de soldados Canadienses embarcados hacia Europa. Ampliar imagen
Soldados canadienses rumbo a Europa

Lo que se inició como una guerra circunscrita a las viejas potencias europeas se extendió por el resto del mundo merced a las posesiones coloniales. Además intervinieron otros países como Estados Unidos de Norteamérica, Japón, China o algunos países iberoamericanos. España permaneció al margen del conflicto.
Se inició poco después del asesinato del príncipe heredero a la Corona de Austria, el Archiduque Francisco Fernando de Habsburgo, quien junto con su esposa fue víctima de un atentado terrorista en la ciudad de Sarajevo (Bosnia) el 28 de junio de 1914. Los responsables del atentado, bosnios de origen serbio, reivindicaban la anexión de Bosnia (bajo dominio austríaco) a Serbia.

Soldados neozelandeses embarcados rumbo a Europa. Ampliar imagen
Sodados neozelandeses

Austria-Hungría atribuyó a Serbia la responsabilidad del atentado y, tras un ultimatum, le declaró la guerra (28 de julio de 1914). El funcionamiento de las alianzas militares constituidas en los inicios del siglo XX por las principales potencias europeas precipitó la extensión del conflicto fuera de las fronteras balcánicas.





Causas económicas

Entre el último tercio del siglo XIX y la primera década del XX se desarrolló la Segunda Revolución Industrial. Ésta se caracterizó por una serie de cambios: nuevas fuentes de energía (petróleo y electricidad), nuevos sectores de la producción (químico, siderúrgico y alimentario), nuevas formas de organización del trabajo (taylorismo), la concentración de capitales en torno a grandes agrupaciones de tendencia monopolística (cartel, trust) y una creciente globalización de la economía.

Surgieron nuevas potencias industriales (USA y Japón) que se unieron a las ya existentes (G. Bretaña, Alemania, Francia). Alemania ganó terreno económico a Gran Bretaña por el carácter más competitivo y moderno de su industria y se erigió en la líder indiscutible de determinados sectores productivos, como el siderúrgico y el químico. Texto. Quejas del cónsul inglés en Aleppo sobre la irrupción de productos alemanes
Al mismo tiempo intentó por todos los medios arrebatar a Inglaterra sus tradicionales mercados, tanto europeos (Bélgica, Holanda, Rusia) como coloniales, y se convirtió en un serio rival comercial. Londres y París lograron mantener, no obstante, la supremacía en la exportación de capitales


Las disputas imperialistas
Durante el siglo XIX Gran Bretaña y Francia se habían repartido gran parte del mundo.
Imperios coloniales. Fuente: www.indexnet.santillana.es
Los imperios coloniales

Al comenzar la siguiente centuria el peso económico de Alemania superaba al de ambas. Sin embargo, ese poder no se correspondía con la escasa entidad de sus posesiones ultramarinas (algunas áreas en el suroeste y oriente africanos, Togo y Camerún, así como algunos archipiélagos en el Pacífico).
Alemania demandaba un nueva nueva realidad colonial algo que trataban de impedir Gran Bretaña y Francia.

Ese escenario fue testigo de tensiones internacionales, hecho acrecentado por el nacimiento de nuevas potencias como Japón o Estados Unidos, cada una de ellas con sus propios planes imperiales.

Dos episodios constituyeron la antesala de la Gran Guerra. Tuvieron lugar entre 1904 y 1911 en Marruecos, área bajo las aspiraciones coloniales francesas que Alemania utilizó para conseguir sus propios beneficios coloniales. Se conocieron como “Crisis marroquíes”.

Las crisis marroquíes

La primera crisis marroquí (1904-1906)

Estalló por la pretensión francesa de crear un protectorado en Marruecos a lo que se opusieron Alemania y España, que también tenían intereses en la zona.

Alemania vió la oportunidad de frenar la expansión colonial francesa y obtener para sí ganancias territoriales. Por su parte Inglaterra transigió con las aspiraciones de Francia a cambio de la renuncia de ésta a intervenir en Egipto, en tanto que España obtuvo el visto bueno francés para actuar en una pequeña parte del territorio marroquí. Pero Alemania se erigió en garante de la independencia de los gobiernos locales frente a las pretensiones imperialistas francesas, originando fuertes desavenencias.
En marzo de 1905 el emperador Guillermo II visitó la ciudad marroquí de Tánger. El hecho elevó hasta su cénit la tensión entre germanos y franceses, que a punto estuvieron de enzarzarse en una guerra.

Visita del kaiser Guillermo II de Alemania a Tánger. 1905. Ampliar imagen
Visita de Guillermo II a Tánger

En 1906 se celebró la Conferencia de Algeciras. En ella participaron numerosas potencias y se logró aliviar transitoriamente el riesgo de conflicto. Se admitió la formal independencia de Marruecos bajo la soberanía del sultán Muley Hafiz, pero en realidad el territorio se mantuvo bajo la tutela francesa. En correspondencia se permitíó el libre comercio a todas las potencias. España consiguió mantener sus aspiraciones sobre norte de la cordillera del Rif y organizó formalmente el área como protectorado en 1912; Francia lo había hecho poco antes con sus territorios.

La primera crisis marroquí desató las alarmas ante un posible conflicto internacional ya que en 1904 Francia y Reino Unido habían suscrito un pacto, la “Entente Cordiale”, ampliado en 1907 con la incorporación de Rusia (Triple Entente). Un conflicto entre Francia y Alemania hubiese supuesto una guerra de proporciones incalculables.

La segunda crisis marroquí (1911)
Se originó tras la acusación efectuada por Alemania de que Francia había trasgredido el Acta de Algeciras.
Barco de guerra alemán Panther, enviado a Agadir en 1911. Ampliar imagen
Buque de guerra alemán Panther

El envío de un buque de guerra germano (el Panther) al puerto de Agadir como medida de presión para hacer valer sus exigencias territoriales, desencadenó una segunda crisis internacional.

Francia, apoyada por Gran Bretaña, se doblegó finalmente a las pretensiones germanas, cediendo parte del Congo a cambio de gozar de total libertad de acción en Marruecos.

La segunda crisis marroquí exacerbó los ánimos nacionalistas de franceses y alemanes y despejó el camino hacia la guerra.
El nacionalismo radical
El nacionalismo atribuye entidad y singularidad propias a un territorio y a sus ciudadanos, y sobre él se asientan aspiraciones políticas de carácter muy diverso. En ese proceso nacieron en el siglo XIX dos estados que jugarían un papel fundamental en la historia de Europa: Alemania e Italia. Al tiempo que esto acontecía, tenían lugar procesos de signo inverso que supusieron la disgregación de viejas entidades estatales en beneficio de otras nuevas. Fue el caso de la Turquía otomana, imperio que a finales del siglo XIX estaba en plena descomposición, parte de la cual se desarrollaba en el área de los Balcanes.
Rendición de Napoleón III, emperador de Francia a los prusianos tras la batalla de Sedán (1870). Ampliar imagen
Rendición de Napoleón III

La guerra franco-prusiana (1870), puso los territorios franceses de Alsacia y Lorena en manos de los alemanes. Desde entonces nacionalismo francés no cesó de alentar el desquite y el rescate de dichos territorios.
Un tercer escenario de fricción nacionalista lo formaron los imperios coloniales, cuyas disensiones alentaron fuertes tensiones internacionales que propiciaron la formación de alianzas militares y la carrera de armamentos.

La crisis de los Balcanes (1906-1914)

La desintegración del Imperio Otomano estuvo acompañada de las reivindicacines nacionalistas de los nuevos estados surgidos en el siglo XIX. El nacionalismo se mezcló con problemas de carácter étnico, religioso y cultural. Las grandes potencias intervinieron en todos ellos según sus intereses, bien de forma directa, caso de Austro-Hungría, Rusia e Italia, o indirecta, como ocurrió con Alemania, Francia y Gran Bretaña.

Una serie de crisis contribuyeron a la inestabilidad de la zona y al estallido de la Gran Guerra:

La anexión austro-húgara de Bosnia y Herzegovina (1908)

Bosnia y Herzegovina eran territorios con mayoría musulmana que habían permanecido bajo dominio turco hasta 1877. A partir de entonces pasaron a depender administrativamente de Austria-Hungría que finalmente, en 1908, los anexionó a su imperio, provocando la frustración de Serbia que aspiraba a integrarlos dentro de la Gran Serbia (futura Yugoslavia). En la capital bosnia, Sarajevo, se produjo el 28 de junio de 1914 el asesinato del heredero al trono austríaco Francisco Fernando y su esposa a manos de un estudiante bosnio perteneciente a la "Mano Negra", organización secreta nacionalista proserbia.

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La primera guerra balcánica (1912)

Esta contienda enfrentó al bloque compuesto por Serbia, Bulgaria, Grecia y Montenegro (secundados por Rusia) con Turquía y Austria. Derrotada Turquía hubo de retirarse de la zona y ceder a Bulgaria una salida al mar Egeo.

La segunda guerra balcánica (1913)

Los que fueron aliados en la primera guerra balcánica se enzarzaron en una lucha entre sí: Bulgaria atacó a Serbia, a Grecia y a Montenegro con el objetivo de anexionarse los territorios abandonados por Turquía. Ésta última, junto a Rumanía se unió a Serbia y a Grecia. Bulgaria fue derrotada y los territorios en disputa pasaron a Serbia.
A partir de entonces el objetivo de Serbia fue alcanzar el rango de gran potencia de la zona (Gran Serbia), aspiración que quedó ensombrecida por los tratados de Londres y Bucarest (1913), que reconocieron a Albania como nuevo estado en detrimento de los planes que Serbia se había fijado respecto a la anexión del territorio albanés. Austro-Hungría por su parte entorpeció en la medida de lo posible los planes de Serbia de constituirse como estado importante de la región.

También hubo fricciones entre Grecia y Albania originadas por las aspiraciones de los helenos sobre la región del Epiro (de lengua griega) que había quedado bajo soberanía albanesa.

Estas circunstancias convirtieron los Balcanes en un auténtico polvorín que estallaría meses más tarde.

El contencioso franco-alemán de Alsacia y Lorena

En 1871, por la Paz de Versalles, y tras la derrota sufrida frente a Prusia (Sedán y Metz), Francia hubo de ceder a ésta los territorios de Alsacia y Lorena, que estaban bajo su soberanía desde 1648. Desde entonces un sentimiento reivindicativo y revanchista, atizado por problemas derivados de la expansión imperialista, ensombreció las relaciones franco-alemanas.
Luis Napoleón, emperador francés, contrincante de Bismarck en la guera franco-prusiana.  Ampliar imagen
Napoleón III
Bismarck intentó aislar a Francia a través de la acción diplomática, mientras que ésta recurrió a alianzas con otros estados para contrarrestar la estrategia alemana.
Otto Von Bismarck, canciller prusiano, artífice de la unidad alemana y vencedor en la guerra franco-prusiana. Ampliar imagen
O. Von Bismarck
El nacionalismo francés se alimentó de organizaciones como la “Défense de L’Alsace-Lorraine”, que hicieron ostentación de un profundo sentimiento antigermano, de fácil justificación, por cuanto los alemanes pusieron en práctica una agresiva política de germanización lingüística y cultural en ambos territorios.

En 1918, una vez finalizada la Gran Guerra, Alsacia y Lorena volvieron a Francia para caer de nuevo en manos alemanas durante la II Guerra Mundial. Al término de ésta fueron reintegradas definitivamente a Francia.

Otros conflictos: Polonia

Polonia había sufrido históricamente diversos repartos a manos de sus poderosos vecinos. El Congreso de Viena (1815) sancionó uno más y el país quedó dividido entre Rusia, Austria y Prusia, siendo su población sometida a distintos regímenes y administraciones.
El nacionalismo polaco liderado por Józef Pilsudski, refugiado en la zona de Galitzia bajo dominio austriaco, constituyó un elemento más en la rivalidad que enfrentaba a Austria-Hungría y Rusia. La política de germanización desarrollada en la zona bajo dominio prusiano enrareció aún más el ambiente.
Józef Pilsudski (1867-1935), nacionalista revolucionario polaco partidario de la formación de un estado independiente de Polonia. Una vez conseguida tal aspiración dirigió los destinos del país hasta su muerte. Ampliar imagen
Józef Pilsudski
Al estallar la Gran Guerra los polacos, encuadrados en los ejércitos de las potencias ocupantes, lucharon entre sí. En 1917, tras la revolución bolchevique y la retirada de Rusia, ésta aceptó la autodeterminación de Polonia que se encontraba en esos momentos en casi su totalidad invadida por Alemania. Cuando ésta firmó el armisticio hubo de abandonar el territorio polaco creándose en 1919 la República de Polonia, soberana e independiente tras más de un siglo de dominación extranjera. El estallido de la II Guerra Mundial condujo a una nueva invasión del país por los alemanes que la mantuvieron en sus manos durante casi todo el conflicto.

En el preámbulo de la Gran Guerra Polonia constituía pues un elemento de fricción más entre las grandes potencias, muy especialmente entre Rusia y Austria-Hugría.

Las alianzas militares

Entre 1872 y 1890 las relaciones internacionales europeas estuvieron marcadas por la preponderancia de Alemania. Su canciller, Otto Von Bismarck, intentó mantener no obstante una política de equilibrio entre las potencias, que incluía el aislamiento de Francia.
El país galo era percibido por las potencias más conservadoras como el inspirador de las ideas revolucionarias que atentaban contra el principio de autoridad monárquica y el orden tradicional. La política bismarckiana recibió el nombre de “Realpolitik” (“Política pragmática”) y se llevó a la práctica mediante un complicado entramado de alianzas que es conocido como "Sistemas bismarckianos". Texto. Bismarck. La Realpolitik
Otto Von Bismarck. Ampliar imagen
Otto Von Bismarck
A partir de 1890, tras el retiro de Bismarck, el kaiser (emperador) Guillermo II tomó personalmente las riendas de la política exterior germana, modificando la del viejo canciller.
Guillermo II, emperador de  Alemania. Ampliar imagen
Guillermo II
Ya no se trató solamente de aislar a Francia, también se pretendió rivalizar con el Imperio Británico, apoyandose en la construcción de una potente marina de guerra. Es lo que se conoce como “Weltpolitick” (“Política mundial”). Texto. Guillermo II. La Weltpolitik (Política mundial)

Las relaciones entre las potencias se fueron haciendo cada vez más rígidas y surgieron tensiones que se acrecentaron con los problemas coloniales. La situación propició la formación de alianzas o pactos de carácter político-militar cuyo fin fue proteger a los estados integrantes en una eventual contienda bélica. Texto. Jean Jaurés. Antibelicismo

Las dos principales fueron:

La Triple Alianza

Predicación de la guerra santa en Turquía. Ampliar imagen
Predicación de la Guerra Santa en Turquía
Se formó en 1882 promovida por el canciller alemán Bismarck. Estuvo constituida por Alemania, Austria-Hungría e Italia. Sin embargo esta última no cumplió sus compromisos cuando estalló la guerra y en principio se mantuvo neutral hasta intervenir más tarde como miembro del bando contrario. Texto. Jean Jaurés. Antibelicismo
A lo largo del conflicto nuevas potencias se adhirieron a este bloque: Turquía (octubre de 1914) y Bulgaria (octubre de 1915).



La Triple Entente

Se creó en 1907 y sus integrantes fueron Francia, Gran Bretaña y Rusia, a las que se añadió más tarde Serbia. Se conoce también con el nombre de los “aliados”. Los precedentes de esta liga hay que buscarlos en la “Entente Cordiale” de Francia y Reino Unido, instituida en 1904. Texto. La Entente Cordiale
Dibujo alusivo al décimo aniversario de la Entente Cordiale entre Francia y Gran Bretaña. Ampliar imagen
Durante el conflicto se incorporaron Bélgica (atacada por Alemania); Japón (agosto de 1914) aspirante a arrebatar a Alemania sus colonias del Pacífico y sustituir su papel de potencia imperialista en China; Italia (mayo de 1915); Rumanía (junio de 1916), Portugal (marzo de 1916); Estados Unidos (abril de 1917); Grecia (junio de 1917); también fue el caso de China y varios estados latinoamericanos.
Soldados griegos. Ampliar imagen
Sodados griegos
Soldados serbios. Ampliar imagen
Soldados serbios
El potencial de los dos bandos

Geográficamente las potencias centrales contaban con la ventaja de conformar una unidad compacta, pero esa situación llevaba aunado el inconveniente de un posible asedio por parte de sus oponentes, cuyos territorios se hallaban dispersos.

Demográficamente los 117 millones de habitantes con que contaba la Triple Alianza eran claramente inferiores a los 255 de la Entente.

* Población en 1914
IMPERIOS CENTRALES
ALIADOS
Alemania
65
Francia
39
Austro-Hungría
52
Gran Bretaña
45
-
-
Rusia
171
Total (millones)
117
Total (millones)
255

Económica y técnicamente Alemania disponía de la industria más moderna del mundo. Sin embargo, los aliados poseían inmensos territorios coloniales capaces de aportar inagotables cantidades de materias primas y combatientes.
Soldados alemanes. Banda de música. Ampliar imagen
Soldados alemanes

Soldados austríacos durante un descanso. Ampliar imagen
Soldados austríacos
Militarmente Alemania suplía su inferioridad en los mares con un ejército perfectamente entrenado y equipado. Sin embargo los aliados contaban con más recursos humanos y una clara superioridad naval.
Para Alemania, núcleo de los imperios centrales, era esencial obtener una rápida victoria si deseaba ganar la guerra, de lo contrario la superioridad material y humana de los aliados acabaría a la larga por imponerse.
La entrada en guerra de los Estados Unidos de América rompió el aparente equilibrio en que se desarrolló el conflicto hasta 1917 e inclinó la balanza del lado de la Entente.
Soldado norteamericano protegido con máscara antigás, al igual que su caballo. Ampliar imagen
Soldado norteamericano

Entrada en acción de las alianzas

La carrera de armamentos
El agudizamiento de las tensiones internacionales derivadas de las rivalidades económicas y coloniales así como del el auge del nacionalismo intransigente condujeron a una escalada en la producción de armamentos.
Fábrica de cañones  Krupp (Alemania). Ampliar imagen
Fabrica de cañones alemanes

Los estados incrementaron sus gastos militares e incorporaron a sus ingenios las novedades tecnológicas de la Segunda Revolución Industrial.
Europa se deslizaba por la senda de la guerra. Este período de tensiones internacionales ha recibido el nombre de "Paz Armada": "paz", porque todavía no ha estallado el conflicto, "armada" porque se prepara para él.

Los gobiernos consideraban que la guerra era inevitable y trataron de protegerse mediante alianzas, causando de esa forma los recelos y el reforzamiento militar de sus oponentes.

El Reino Unido incrementó sus gastos militares: los 44 millones de libras que invertía en 1899 se convirtieron en 77 millones en vísperas de la guerra.

Alemania, deseosa de construir una potente flota que pudiese competir con la británica, dio el salto de 90 millones anuales de marcos en 1899 a 400 millones entre 1910 y 1914. Francia y las restantes potencias incrementaron igualmente el potencial de sus respectivos ejércitos.
Fábrica de aviones británica.  Ampliar imagen
Factoría de aviones británica
"Defenderemos la preciosa joya de la libertad". Cartel canadiense. Ampliar imagen
Cartel canadiense
La carrera de armamentos fue fruto de esas tensiones, pero al tiempo contribuyó a agravarlas. Los gobiernos, valiéndose del uso de la propaganda, alentaron el nacionalismo y el miedo a fin de hacer sentir a la opinión pública que su país se encontraba en peligro frente a la hostilidad enemiga. Texto. El uso de la propaganda como aliento al nacionalismo
Poco pudieron hacer las fuerzas partidarias de la paz llamando a la sensatez y reclamando un sistema de arbitraje internacional que atenuara la tensión. En la Haya se celebraron en 1899 y 1907 dos conferencias con el objetivo de frenar la carrera armamentística.
Sede del Tribunal Internacional de la Haya. Ampliar imagen
Sede del Tribunal de la Haya
Ambas terminaron en fracaso y simplemente consiguieron resultados parciales, como la creación del Tribunal Intenacional de Arbitraje de la Haya y algunos acuerdos concretos sobre el trato a los prisioneros de guerra, que constituyeron el precedente de las convenciones sobre el reconocimiento de los derechos humanos.
Jean Jaurés. Pacifista de izquierdas francés.  Fue asesinado el 31 de junio de 1914 en París, 3 días antes de la ruptura de hostilidades, por un miembro de la Liga de los Jóvenes amigos de Alsacia y Lorena. Ampliar imagen
J. Jaurés
La izquierda europea en general y la Segunda Internacional en particular se significaron por su oposición a la política belicista. Se alzaron voces como la de Jean Jaurés o se elaboraron manifiestos como el de Zimmerwald (1915) invocando contra la guerra y abogando por el entendimiento. Texto. Jean Jaurés. Antibelicismo Texto. Manifiesto de Zimmerwald. Fragmento
No obstante, hubo sectores, que encuadrados en el seno del revisionismo, alentaron la colaboración de los partidos de izquierda con la burguesía, lo que en cierta medida frenó las posturas más comprometidas con el pacifismo. Antepusieron su sentimiento nacionalista a las invocaciones a la paz mundial.
Incluso, en seno del socialismo más radical, hubo quienes vieron en la guerra un mal útil, pues contribuiría a acelerar las contradicciones del capitalismo y posibilitaría la vía directa y rápida hacia la revolución.
Sea como fuere, las tesis nacionalistas alentadas por sectores militaristas se impusieron a las tesis pacifistas que fracasaron en sus esfuerzos por evitar el conflicto o ponerle fin, una vez comenzado




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