jueves, 12 de julio de 2012

El bombardeo del Mercado Central de Alicante

     Sobre el tema de la Segunda República y la Guerra Civil resulta interesante hacer referencia a sucesos que marcaron a la población que vivió aquellos funestos acontecimientos. En el caso del bombardeo del Mercado Central de Alicante un halo de silencio se tejió durante décadas hasta que nuevos estudios han  puesto de manifiesto que fue uno de los hechos más reseñables del conflicto bélico en la retaguardia. El bombardeo de Guernica quedó inmortalizado por Pablo Picasso y mantuvo en el imaginario popular a la población vasca como símbolo del horror de la guerra, máxime si se tiene en cuenta que fue uno de los primeros bombardeos contra civiles  por parte de la Legión Cóndor y con el objetivo de amedrentar a toda una población civil.


    Sin embargo el bombardeo del mercado alicantino tuvo unas consecuencias más brutales para la población civil. Era una mañana de mercado, con gran parte de la población realizando sus compras . La aviación italiana, a las órdenes del bando rebelde, llevó a cabo un ataque indiscriminado y premeditado. El número de víctimas inocentes fue notablemente superior al de Guernica,  barajándose una horquilla de entre 393 ( en el archivo municipal existe una "relación numérica de los muertos habidos a consecuencia de los bombardeos aéreos que sufrió la ciudad") y 275( que figuran en el registro del Cementerio Municipal). Hombres, mujeres y niños quedaron amontonados, mutilados y decapitados en torno al mercado y sus aledaños. La crueldad de la acción fue extrema y una comisión creada por los británicos dictaminó que había sido un "ataque deliberado contra la población civil".  Las víctimas, en su mayoría, fueron enterradas en fosas comunes del cuadro nº 12 del Cementerio Municipal de Alicante y permanecieron sin lápida ni recordatorio alguno hasta el año 1995.


     En los últimos años se está poniendo de relieve la importancia histórica del bombardeo. Se ha intentado conmemorar el hecho cambiando el nombre de la plaza del mercado por el de Plaza del 25 de Mayo, figurando una placa explicativa que recuerda el luctuoso acontecimiento.  Sin embargo no se ha conseguido financiar un memorial a las víctimas en dicho lugar. 
    Los testimonios de aquella masacre son importantes por lo que tienen de "fuente primaria" del acontecimiento. Entre aquellas personas que se encontraban cerca del mercado se encontraba mi padre, un niño de apenas 7 años y que me describe el hecho con muchas lagunas en su recuerdo, en el miedo de no saber si su madre había bajado al mercado y en un "temblor " en las piernas al correr hacia el refugio que le hacía dificultoso el hecho de correr, como si las piernas fueran de plomo ante el sonido de la sirena desde la fábrica de tabacos.
     Otro testimonio es de Juan Ortiz. Él si estuvo presente en el propio mercado y no ha olvidado unos sucesos que marcarían para siempre su vida. Reproduzco aquí una entrevista que el Diario Información le realizó sobre estos sucesos y publicada el 28 de Mayo de 2010:

´A la placa le añadiría el recuerdo a las víctimas´

Hace 72 años que en su cabeza retumban día a día las bombas y el estallido que segó la vida de su padre el 25 de mayo de 1938. Juan Ortiz tenía entonces nueve años y es uno de los pocos testimonios que quedan vivos. La historia, la escribe su memoria.

   Juan tiene 81 años y recuerda qué ocurrió "aquel fatídico día" como si lo estuviese viviendo "ahora mismo" y el paso del tiempo no ha borrado de su mente ni un sólo detalle:
"Cuando bombardeaban, primero sonaban las sirenas para que la gente se refugiara, pero aquel día no lo hicieron. Mi padre, Baltasar Ortiz, trabajaba en el Mercado y nos tenía dicho a uno de mis hermanos, de diez años, y a mí que cuando las escucháramos saliéramos del colegio que estaba cerca y fuéramos allí para escondernos con él en los bajos. Al percatarse de que atacaban, la profesora nos dejó salir en su busca. Veíamos los aviones y los fogonazos y a mi padre en la plaza con la mano en alto que nos llamaba para que acudiésemos. De repente, vi un avión caer y me refugié. Pero no cayó. Al llegar a la altura de los edificios, levantó el vuelo y fue cuando soltó la bomba que le cayó encima a mi padre. Una mujer cobijó a mi hermano en una pensión y salió ileso. Yo perdí el conocimiento con la explosión y quedé debajo de una puerta. Cuando recobre la conciencia, vi que tenía grandes heridas y se me salían las tripas".
     De ello hace ya 72 años, pero Juan no ha dejado de recordarlo ni un sólo día. Sentado en la misma plaza en la que las bombas arrasaron con la vida de 300 personas y a la que acude cada día para leer el periódico cuenta que "era un día nublado y llegué a contar tres aviones".
Al verse malherido y contemplar el horror a su alrededor quiso regresar al colegio, pero quedó desplomado en el suelo a medio camino. Terminó en un camión que lo trasladó al antiguo Hospital Provincial para curarle las heridas. Sin que él lo supiera, su padre había muerto y su hermano tuvo "la sangre fría" de coger la documentación que él "portaba en el chaleco", tal y como "siempre nos había pedido que hiciéramos".
     En el hospital, Juan tuvo la suerte de dar con un carabinero vecino de la familia, que le llevó a la sala de curas de las mujeres. "Allí vi a una niña con las piernas cortadas que murió y a la que, casualmente, había visto en el Mercado después de caer la bomba". Del hospital, también recuerda que su madre y sus hermanos iban a verle. "Iban de luto, pero yo les preguntaba qué había sido de mi padre y ellos me contestaban que estaba herido y que cuando se recuperase vendría a verme". Y es que, con apenas nueve años, Juan no dejaba de tener la inocencia de un niño.
     "En recuerdo a las víctimas del bombardeo". Ésta es la única frase que Juan Ortiz añadiría a la placa que da nombre a la plaza del Mercado, que desde esta semana ha pasado a llamarse "25 de mayo". En su opinión, "no es necesario" incluir que fue un bombardeo perpetrado por la aviación fascista italiana, como reivindican desde la Comisión Cívica para la Memoria Historia y rechazan desde el Ayuntamiento. "Las atrocidades en la guerra las cometieron los dos bandos", asegura Juan, quien incide en que él "no es político". Su padre pertenecía a la Confederación Nacional del Trabajo y su hijo milita en el Partido Socialista, dos grupos que actualmente reclaman que se incluya la palabra "fascista" en la placa. Pero para Juan, es lo de menos. Lo importante para él es "recordar a las víctimas" como su padre. Al respecto, considera que el nombre de "25 de mayo" debería darse a la calle Balmes -frente al Mercado- "que es donde cayó la bomba". En cuanto al memorial, cree que lo importante no es perderse en polémicas sobre la palabra "fascista" si no hacerlo y que "se dé nombre a cada una de las 300 luces que representan a las víctimas, para saber cuál es la de mi padre".

2 comentarios:

Arantxa dijo...

Es impresionante este artículo, me parece sobrecogedor y muy necesaria su difusión.

Luis Pueyo dijo...

Es importante que se difundan estas cosas. Para eso debe servir la Historia, para conocer, pero nunca para enfrentar a la gente de nuevo.