lunes, 2 de noviembre de 2009

SANSON, EL VERDUGO DE LA REVOLUCIÓN.

La guillotina ocupa un lugar importante en la historia de la Revolución, de ahí el interés que encierra el testimonio que nos deja en su diario Charles-Henri Sanson, el verdugo responsable de las cerca de 3.000 ejecuciones que tuvieron lugar en París de 1789 a 1796.



Las víctimas fueron en su gran mayoría hombres (sólo 370 mujeres fueron guillotinadas), más de la mitad de los cuales tenían entre 25 y 50 años (pero también se ejecutó a 22 menores de 18 y 9 hombres mayores de 80). Destacan los miembros de las profesiones liberales (479), seguidos por los artesanos (391), los aristócratas (381), los militares (365), los eclesiásticos (319) y los comerciantes (275).

Sanson se encontró con hombres que se enfrentaron a la muerte con serenidad y sin abdicar de sus ideas, como los girondinos, que cantaban “La Marsellesa” y bromeaban, o a valientes como el General Biron, quien, al ir a buscarle el verdugo, estaba comiendo ostras y le dijo: “¿Me permites que me coma mi última docena de ostras?”. Pero presenció también muchos desfallecimientos y dolor.

Ejecutó a víctimas ilustres, como Luis XVI o María Antonieta. En la ilustración de la derecha podemos ver el momento histórico de la ejecución de Luis XVI, el 21 de enero de 1793, en la Plaza de la Revolución de París. Al soberano se le permitió llegar en carroza escoltada, pero no dirigirse al público. Sus últimas palabras fueron: “Pueblo de Francia, muero inocente”.

Pero no fueron estas ejecuciones lo que impresionó más vivamente a Sanson, sino el hecho de que a medida que los tribunales enviaban cada vez más condenados al patíbulo, la gente parecía irse acostumbrando a la guillotina y a la muerte como realidades cotidianas a las que no se daba importancia.

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