martes, 19 de mayo de 2009

LAS ORGANIZACIONES OBRERAS

En los albores del capitalismo liberal la clase obrera, desprovista de los medios de producción y obligada a vender su fuerza de trabajo, se encontraba inerme ante los abusos de los patronos. La necesidad de defender sus intereses originó el movimiento obrero.

Pasquín socialista británico de 1911. Ampliar imagen
Pasquín británico
Éste gozó de mayor o menor fuerza en función del grado de industrialización de los países, pero en cualquier caso, en todos ellos, los trabajadores fueron agrupándose en organizaciones de clase, con el objetivo de mejorar sus condiciones laborales, salariales y sociales.

Tres fueron los principales formas de expresión asociativa en los que se organizó el movimiento obrero:

-LOS SINDICATOS Y COOPERATIVAS.

-LOS PARTIDOS POLÍTICOS.

-LAS INTERNACIONALES OBRERAS.


LOS SINDICATOS.

Con anterioridad a la industrialización moderna, existieron organizaciones, los gremios, que defendían en el seno de la actividad artesanal a los trabajadores de un determinado oficio. Regulaban la producción y controlaban hasta el más mínimo detalle. Los operarios tenían la oportunidad de ascender en la escala laboral según su pericia y méritos.
Aprendices y oficial en una sastrería italiana del siglo XIV. Ampliar imagen
Sastrería medieval
Frente a esas organizaciones de carácter preindustrial, los sindicatos nacieron como respuesta a los problemas planteados por la mecanización. Representaban a obreros desposeídos de la iniciativa y creatividad en el proceso productivo.
Trabajadores británicos en 1911. Ampliar imagen
Trabajo infantil
La total desprotección de éstos frente a los abusos de los capitalistas (prolongadas jornadas de trabajo, empleo infantil, mujeres mal remuneradas, fábricas insalubres, hacinamiento, despidos sin indemnización, miseria, etc), los empujó a organizarse en asociaciones para protegerse en caso de enfermedad, paro o inactividad huelguística.

Gremios y sindicatos respondían, por tanto, a circunstancias económicas y sociales distintas.

A finales del siglo XVIII, en Inglaterra, cuna de la industrialización, nacieron las primeras asociaciones de trabajadores, las llamadas sociedades de ayuda mutua (o "socorro mutuo"). Las integraban esencialmente artesanos que trabajaban bajo el Domestic system. Su objetivo era la unión de los obreros para conseguir mejoras laborales y salariales, operando como cajas de resistencia frente a adversidades como la enfermedad o el desempleo.
A finales de ese siglo, por medio de una legislación represiva, las “Combination Laws” (1799 y 1800), se prohibió todo tipo de asociacionismo obrero, con lo que las organizaciones de trabajadores pasaron a ser ilegales y hubieron de ejercer su actividad clandestinamente.

En Francia, durante la década de los treinta del siglo XIX también florecieron las sociedades de ayuda mutua. En la sigiente década el ambiente reivindicativo (libertad de asociación y reducción de la jornada laboral a diez horas) alcanzó su máxima expresión en la revolución de 1848.
El emperador de Francia Napoleón III Bonaparte. Ampliar imagen
Napoleón III
Su fracaso y el advenimiento de Napoleón III al poder interrumpieron las perspectivas de mejora social.
Documento del Sindicato de Estivadores de Riverside (USA). 1910. Ampliar imagen
Sindicato de estibadores
En Inglaterra, tras la abolición de las Combination Laws (1824), el asociacionismo obrero progresó rápidamente, organizándose según dos modelos: sindicatos de oficio (Trade Unions) y cooperativas.
Ambos sistemas carecían de reivindicaciones políticas, éstas surgirían por primera vez con el cartismo.

En su origen, los Trade Unions británicos estuvieron constituidos por obreros de una localidad integrados en un mismo oficio y su propósito era prestar ayuda en caso de grave necesidad a sus miembros. Su financiación era atendida mediante aportaciones económicas que luego eran utilizadas en la asignación de pensiones y subvenciones varias.
Durante la década de los años treinta los Trade Unions fueron ampliándose y dejaron de estar limitados por oficio y localidad, abriéndose paso un sindicalismo de ámbito estatal.

En 1829, el dirigente obrero de origen irlandés Doherty, creaba el primer sindicato del algodón de implantación nacional. En 1834 Robert Owen reunió varios sindicatos de oficio en la Great Trade Union, alcanzando tal éxito que fue ilegalizado por el gobierno.

El fracaso de esta inciativa unificadora llevó a los líderes del movimiento obrero a plantearse la necesidad de intentar otras experiencias, en este caso políticas, hecho que se concretó en el cartismo. El principal instrumento de presión de que se valieron los sindicatos en sus reivindicaciones fue la huelga.
Mitin durante la huelga de transportes de 1911 en el Reino Unido. Ampliar imagen
Mitin durante una huelga
Sindicalistas británicos defendiendo el derecho al trabajo durante la segunda década del siglo XX. Ampliar imagen
Sindicalistas británicos
Los Trade Unions, aunque tolerados, no se constituyeron legalmente hasta 1871. Durante las siguientes décadas no dejó de aumentar su número y el de sus afiliados, a finales de siglo sumaban más de 2 millones. En el resto de Europa los sindicatos adquirieron importancia a lo largo del último tercio del siglo XIX.
Contaban con una cuidada organización, dependencias, financiación y funcionarios propios, constituyéndose en elementos indispensables en las relaciones laborales.
Así surgieron, entre otros: en Alemania la Asociación General de Trabajadores Alemanes (1863), en España la Unión General de Trabajadores (UGT, 1888), en Francia la Confédération Générale du Travail (CGT, 1895), en Estados Unidos el American Federation of Labor (AFL, 1886).

LAS COOPERATIVAS.

El cooperativismo tenía como objetivo cambiar el modo de producir y distribuir inherentes al capitalismo, basándose en la colaboración de productores autónomos agrupados en empresas de propiedad conjunta, regidas democráticamente.
Edificio de la cooperativa de consumo de Birtley (Reino Unido) en 1900. Ampliar imagen
Cooperativa británica de consumo
Estuvo muy ligado al socialismo utópico premarxista.
Las cooperativas se organizaban normalmente bajo la fórmula de la factoría cooperativa de producción en un intento de sustituir a la empresa individual. Robert Owen fue la figura esencial en la creación del primer cooperativismo de producción, si bien fracasó en sus experiencias prácticas, como la de la comunidad de New Harmony (Estados Unidos). Igualmente se malograron otros intentos, como los falansterios de Fourier y los Talleres Nacionales creados en Francia tras la R evolución de 1848.
Cooperativa de consumo de la ciudad francesa de Sottevillaise a finales del siglo XIX. Ampliar imagen
Cooperativa francesa de consumo
Sin embargo, las cooperativas de consumo tuvieron más éxito. Su objetivo era la venta de productos a bajo precio, para lo cual prescindieron de los intermediarios.
Ejemplo de este tipo de cooperativa fue el creado en la ciudad inglesa de Rochdale (Los Equitativos Pioneros de Rochdale, 1844).
Manifestación conjunta de los sindicatos UGT y CCOO en marzo de 2005. Ampliar imagen
Manifestación sindical

PARTIDOS OBREROS: EL PSOE.

Pablo Iglesias en un mitin celebrado en 1915. Ampliar imagen
Pablo Iglesias en un mitin
Influidos en gran medida por el SPD ( Partido socialista alemán),fueron naciendo partidos obreros en otros países. En 1879 Pablo Iglesias fundó el PSOE (Partido Socialista Obrero Español), muy ligado al sindicato UGT (Unión General de Trabajadores), fundado en 1888.

LAS INTERNACIONALES OBRERAS

Uno de los rasgos distintivos del socialismo de todo signo fue su carácter internacionalista. Carlos Marx y otros pensadores sostenían que, al margen de la nacionalidad a la que perteneciesen, los trabajadores de todo el mundo sufrían los mismos problemas.

Era por tanto necesario, aunar esfuerzos, intereses y objetivos para derrotar a la burguesía. El Manifiesto comunista lanzaba, al respecto, una consigna clara: “Proletarios de todos los países, uníos”.
México. Celebración del 1 de Mayo en 1929. Bajo la pancarta del Sindicato de Pintores y Escultores aparecen el pintor Diego Rivera y su mujer, la también pintora Frida Khalo. Ampliar imagen
Celebración del 1 de Mayo. México

Fruto de esa idea, surgieron organizaciones que intentaron servir de enlace entre grupos de trabajadores de diferentes países en pos de la consecución de la revolución universal. De entre estas iniciativas destacaron dos:

-LA PRIMERA INTERNACIONAL Y-LA SEGUNDA INTERNACIONAL.

LA PRIMERA INTERNACIONAL OBRERA ( 1864-1876)

La Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) o I Internacional Obrera, adoptó como sede la ciudad de Londres y estuvo integrada por partidos, sindicalistas, socialistas, anarquistas y asociaciones obreras de variado signo. El encargado de redactar sus estatutos fue Carlos Marx.
Marx en una alocución de la Primera Internacional. Ampliar imagen
Marx en una alocución
Las diversas tendencias y sensibilidades que recogió, obstaculizaron en gran medida su funcionamiento.
Conferencia de la Primera Internacional en 1864. Ampliar imagen
Conferencia de la AIT en 1864
En 1868, a raíz de la incorporación de Bakunin, la AIT sufrió una polarización que condujo a enfrentamientos entre dos tendencias irreconciliables: por un lado, la anarquista (con Bakunin a la cabeza), por otro, la marxista, cuyo liderazgo intelectual ostentó Marx.
Episodio decisivo en la división del movimiento internacionalista lo constituyó el fracaso de la Comuna de París (1871), experiencia de carácter revolucionario que surgió tras la derrota de Sedán (1870) sufrida por las tropas francesas de Napoleón III frente a Prusia.
Como consecuencia, el Segundo Imperio Francés dejó de existir (el emperador abdicó), abriendose paso la III República. Durante los primeros meses de ésta, la agitación política y social hicieron estallar en París una revolución que condujo a la instauración de una Comuna obrera.
Fusilamiento de miembros de la Comuna de París. Ampliar imagen
Ejecución de comuneros
Tras poco más de dos meses de autogestión, las autoridades republicanas, encabezadas por Thiers, reprimieron sangrientamente la primera tentativa de poner en práctica por vez primera una sociedad liderada por la clase trabajadora.
M. Bakunin. Ampliar imagen
M. Bakunin
El fiasco de la Comuna de París agravó los enfrentamientos en el seno de la Internacional. En el Congreso de La Haya (1872), los anarquistas fueron expulsados de la organización, que pasó a ser controlada por los marxistas hasta su disolución en 1876.


LA SEGUNDA INTERNACIONAL OBRERA (1889-1916).

Fue fundada en 1889. Su sede se estableció en Bruselas. Si la 1ª internacional había albergado en su seno -al menos en sus comienzos- una amplia gama de tendencias, la Segunda, una vez expulsados los anarquistas en 1893, adoptó una clara orientación socialista marxista.
Congreso de la Segunda Internacional celebrado en Londres en 1913. Ampliar imagen
Congresistas de la II Internacional. 1913
La integraron una serie de partidos socialistas de distintas nacionalidades organizados en una federación.
Reivindicación de la jornada de 8 horas en Francia. 1906
Reivindicando la jornada de 8 horas

Entre los objetivos fundamentales de la asociación destacó la búsqueda de una legislación que mejorara las condiciones de vida de los trabajadores (subsidios de desempleo, protección social, etc) y, de forma especial, el empeño en la instauración de la jornada de ocho horas.

Signos distintivos de la II Internacional fueron la institución de la jornada del primero de Mayo como fiesta reivindicativa (Día Internacional del Trabajo), la del 4 de marzo (Día Internacional de la Mujer Trabajadora) y el famoso himno conocido como de la Internacional. Himno de la Internacional. En español. Formato MP3 (1,38 Mb)
Grabado alusivo al  1 de mayo realizado por el artista y anarquista Jules Grandjouan. Ampliar imagen
1 de mayo. Grabado

Entre los principales problemas a los que hubo de enfrentarse, destacó el de la controversia ideológica de dos grupos:

El radical, compuesto por los marxistas ortodoxos, partidarios de una revolución como fórumula para destruir el capitalismo y cambiar la sociedad. Una de sus principales figuras fue Rosa Luxemburgo.

Rosa Luxemburgo. Ampliar imagen
R. Luxemburgo

Eduard Bernstein. Ampliar imagen
E. Bernstein

El más moderado, de carácter reformista, denominado revisionista pues discutía algunos puntos de la teoría marxista, como el de la lucha de clases o el materialismo histórico. Entre sus representantes destacó Eduard Bernstein, que preconizaba llegar al socialismo mediante una vía pacífica con la participación de los trabajadores en el juego parlamentario.
La Segunda Internacional recibió el golpe de gracia tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, conflicto que fue incapaz de evitar.
La clase trabajadora, dividida entre los sentimientos patrióticos y el ideal de solidaridad internacional, optó por los primeros, se enroló en los ejércitos contendientes y abandonó la causa que inspiraba la organización.
Voluntarios británicos a la espera de recibir entrenamiento militar. Ampliar imagen
Voluntarios británicos

No pudiendo resolver esa contradicción, en 1916 se disolvía la Internacional.

En 1917, a raíz del triunfo de la Revolución Rusa, se impusieron las tesis de aquellos que, como Lenin, el líder de los bolcheviques, abogaban por las tesis marxistas más radicales.

Proyecto del monumento a la  Tercera Internacional, realizado por el escultor Vladimir Tatlin en 1920. No llegó a costruirse. Se inspiraba en la Torre Eiffel y hubiese sido un enorme edificio que albergaría la sede de la organización. Ampliar imagen
Monumento a la
III Internacional
En 1919 se fundó, una Tercera Internacional, la llamada “Komintern”, de carácter comunista, alejada, por tanto, de las tesis reformistas revisionistas y muy condicionada por los intereses de la URSS.




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